Luego de ver La chica danesa, una sensación de conmoción nos acompaña al salir del cine. Se trata de la historia de la metamorfosis de Einar Wedeger, interpretado de manera magistral por Eddie Redmayne, un bello muchacho que se transforma en Lili Elbe. Einar descubre y asume otro sexo. El joven hasta ese momento está casado con Gerda (Alicia Vikander, excepcional ganadora de un Oscar por esta película), con quien vive un apasionado amor cargado de erotismo y sensualidad. Este drama biográfico se basa en la historia real de una pareja de pintores daneses que a comienzos del siglo pasado atraviesan esta historia que conmueve los cimientos de su matrimonio, al mismo tiempo que desafían los prejuicios de la sociedad de entonces. Einar fue uno de los primeros en operarse y cambiar de sexo convirtiéndose en pionero en la cultura transgénero. En la película el muchacho experimenta esta transformación radical en la que va sufriendo esta conflictiva relación con su cuerpo hasta que asume su nueva identidad sexual con el cambio de género que lo lleva a buscar en la solución quirúrgica la verdad de su definición sexual.

Quizás esta sensación de inquietud que experimentamos se deba a que el film nos sitúa ante la problemática de la transexualidad, pero interrogándonos sobre la condición de nuestra sexualidad en tanto humanos. Para acercar algunas respuestas les propongo una lectura de algunos significantes que nos ofrece el texto de la película. El origen de la historia de esta pareja es un azaroso encuentro en las escalinatas de la Facultad de Artes, donde Gerda es atrapada sensualmente por el bello muchacho que se ofrece a la mirada de la muchacha. Esta lo aborda traspasando su timidez e inseguridad. Luego de casados el joven se dedica con éxito a pintar los bellos y áridos paisajes de Dinamarca, mientras Gerda realiza retratos de distintos personajes. Una escena es la que desencadena la metamorfosis: Gerda le pide a su marido que haga de modelo para el retrato de una bailarina portando las vestiduras femeninas. Momento clave que va a precipitar la transformación de Einar en Lili. Son entonces los ojos de Gerda los que precipitan eso que en su marido estaba dormido. Es la mirada de una mujer en tanto madre la que despierta a Lili abriéndole un camino del que ya no podrá volver. Lili, poco a poco, va apropiándose de su identidad femenina. Se viste con vestimentas femeninas, se calza zapatos de mujer, adopta los gestos y semblante femenino. Mientras tanto Gerda va retratando el bello rostro de Lili captando los íntimos gestos de su femineidad y el alma femenina, logrando el éxito que tanto deseaba exponiendo en Copenhague y Paris sus retratos. Es en este momento donde a Lili se le impone la certeza de su ser femenino buscando la trasformación de su cuerpo, despojándose del atributo fálico masculino, auxiliada por el aparato de la medicina que le ofrece una respuesta a su intento de adecuar su cuerpo a su género.

“Fuiste la única que supo escuchar mi deseo”, le dice Einar a Gerda reconociendo el amor y el desprendimiento de su esposa al tiempo que devela que es su deseo la que precipitó su transformación. Así el joven le declara al médico que va a realizar la cirugía “Creo que soy mujer”, y su esposa lo confirma “Yo también lo creo”. Deseo que vino a enlazarse a las determinaciones de su historia, allí donde fue mirado por su madre como mujer. Esto queda develado al final de la película donde Einar, poco antes de morir, relata un sueño donde su madre tiene en sus brazos a Lili y le manifiesta su amor maternal. Su padre solo aparece como restrictor del goce sexual sin que hubiese palabras que pudieran mediar en eso pulsional que lo desborda en su pubertad en la relación con un amigo. Lili encuentra en la transexualidad ese destino que le de su identidad de mujer. Pero en ese camino se encuentra con la muerte.

Preguntas

¿Qué nos enseña entonces lo transexual como intento de liberarse de ese cuerpo que lo mantiene apresado, en ese “error de la naturaleza” en tanto se define como “una mujer en un cuerpo de hombre”? Esta certeza de “ser mujer” viene a decirnos de esa inadecuación siempre presente en la sexualidad de todo ser humano. Se trata de la vacilación que a veces no se expresa abiertamente en la pregunta sobre la propia identidad como hombre o mujer, sino que aparece en otras interrogaciones que preocupan a hombres y mujeres. Cuantas veces aparecen en la vida de todo sujeto preguntas como: ¿Soy totalmente hombre o mujer? ¿Estoy a la altura de lo que se espera de un hombre, o de la respuesta que debe dar una mujer? También en el encuentro de los cuerpos con la interrogación a si dicho goce se corresponde al lugar masculino o femenino, o bien en la pregunta de un hombre acerca de lo que una mujer espera de él.

Esa certeza de lo transexual intenta asegurar eso que en la sexualidad es siempre ambiguo, inquietante, a veces angustiante. Es lo que muchas veces en nuestra clínica nos traen nuestros pacientes interrogándose acerca de su deseo y goce sexual. Ese enigma que muchas veces se transforma en inhibiciones o trastornos de la sexualidad y se manifiesta en impotencia, eyaculación precoz, frigidez.

Riesgos

Estamos en un momento de la cultura en que hemos avanzado en la aceptación de la diversidad sexual y de las diferencias. Se trata entonces de definir desde la estructura del psiquismo qué es lo que determina en cada sujeto su posición y definición sexual. En este caso lo que el transexual viene a mostrar es que es posible desabrochar las categorías de sexo (lo anatómico del órgano), del género (lo que refiere a las identificaciones, de lo que la cultura dicta de lo que debe ser hombre o mujer). Plantea que es posible mediante las cirugías adecuar o remediar ese desajuste anatómico de una mujer o un hombre que nacieron en un cuerpo inadecuado. Terapéutica que muchas veces tuvo un desenlace siniestro para quienes se sometieron a la misma provocando desencadenamientos psicóticos, intentos de suicidios o la muerte misma. Es que los humanos carecemos de garantías y certezas sobre nuestro lugar en la sexualidad en tanto hombre o mujer. Más bien es una pregunta la que subyace en la sexuacion de cada sujeto, proceso en el que cada uno va construyendo su respuesta a partir de las determinaciones y marcas de su historia.

Lo que la excelente película de Hooper viene a mostrarnos es la problemática de la transexualidad y su intento de resolución desesperada, al mismo tiempo que nos hace ver como el amor y la mirada desprejuiciada alivian el sufrimiento de quien está sometido como todo ser humano, a la conflictiva relación del hombre con su deseo y su goce sexual.

© LA GACETA

Alfredo Ygel - Psicoanalista,

Miembro del Grupo de Psicoanálisis de Tucumán.